El joven productor argentino hizo su primer show a solas en Buenos Aires con una puesta 360° cargada de recursos tecnológicos y ante más de 20.000 personas
“Es mi primer show propio y la verdad es que es muy emocionante”, dice Bizarrap al micrófono mientras observa la multitud desde la tarima que se armó en el Hipódromo de Palermo. Quiere seguir hablando, pero no le salen las palabras, solo sonríe y agradece: “Para mí es un sueño esto que estoy viviendo”. Con tan solo 24 años, Gonzalo Conde, su verdadero nombre, debutó a solas en Buenos Aires con un concierto cargado de recursos tecnológicos y ante más de 20.000 curiosos (que superarán los 60.000 si contamos las tres fechas) por ver en acción, con sus propios ojos, a este verdadero fenómeno de la industria.
Bizarrap tuvo el debut más grande del mundo. Pasadas las 21 horas del jueves, el apagón de luces y el sonido lejano de un helicóptero dieron el aviso que todos esperaban. Por la disposición del escenario y de las 13 torres de sonido que lo rodeaban, la experiencia estaba diseñada para vivirse en modo 360°. Fue lo más parecido a estar metido en un modelo a gran escala de su propio estudio, un concepto que sería aplicado al extremo a lo largo de la casi hora y media de show.
Si algo quedaba claro de arranque es que Bizarrap no había planificado este show durante meses para dedicarse, simplemente, a reproducir sus hits y arengar al público. Cada una de las creaciones que explotan de visitas y rompen récords en YouTube y Spotify -este año se convirtió en el tercer artista latino más escuchado en esa plataforma, con más de 60 millones de oyentes mensuales-, pasarían esta noche por un nuevo filtro para convertirse en otra.
El público en la primera de las tres fechas sold out estuvo compuesto por una mezcla heterogénea de juventud, infancia y padres y madres que también se engancharon con la propuesta ecléctica y cada vez más pop del joven productor argentino. Quizás, estos últimos no esperaban encontrarse con una suerte de sucursal de Creamfields en el Hipódromo, pero con tanta infraestructura y rayos catódicos emitidos alrededor era difícil aburrirse. Ahí estuvo la astucia de Bizarrap, que se ocupó de llenar el enorme vacío de otros protagonistas en escena con más de 3.000 metros cuadrados de pantallas de led, luces móviles y láseres.
Para el final, los más obvios: Shakira y los versos que ya le pertenecen al pueblo (“Las mujeres ya no lloran/ las mujeres facturan”) mientras una loba corría en 360° por el Hipódromo, “Malbec” plagada de referencias porteñas y mundialistas, y un cierre pirotécnico con el suceso global -fue la canción más escuchada del mundo en 2022- que construyó junto al rapero español Quevedo. Esta vez sí va a sonar el estribillo completo, casi sin intervenciones, con Bizarrap subido a la mesa agitando los brazos como si estuviese en el paravalanchas. Se festeja como un gol.
Por: Eduardo Antonio